13 de julio, martes.
Itineario: Vitre-Castillo de
Combourg-Dinan-camping municipal de Vigneus.
Pernocta: Camping municipal de
Vigneus.
Estamos en el camping
municipal Vigneus cerca de la Bahia de San Juan, entre Dinan y Saint Suliac.
Son las 20 horas y entra un sol maravilloso que nos ha obligado a cerrar la
claraboya superior. Desde que hemos entrado en Francia no veíamos el “astro
rey”. Y necesitaba fotosintetizar. A
cambio, hace mucho aire. Estamos en un pequeño camping municipal cerca del mar,
con una playa algo birriosa. El camping nos ha costado 12 euros sin luz y esta
principalmente ocupado por cebolletas y…posiblemente los que no lo son tanto y
las circunstancias les obligan a vivir en una caravana. Al menos eso creemos.
Camping sencillo, pero más que digno y es que hemos intentado dos sitios antes,
uno un área de autocaravanas en Lehon, pero las pocas plazas que tenía estaban
ocupadas, a las 15 horas. Y es que mañana es 14 de julio, su fiesta nacional.
El área no era para tirar cohetes, pero…era gratis. Luego nos hemos ido a
buscar un lugar junto al rio, pero hemos dado con un estrecho puente al que
había que entrar en ángulo recto y además, antes una señal de prohibición de
circulación de más de 3,5 toneladas nos avisaba ya de las características del
puente.
Desistimos pero lo que
nos resulta más curioso es que hay
varias opiniones de gente que ha pernoctado aquí y no uno o dos. Y no se puede
llegar por otro sitio. A veces no me explico cómo llegan. Yo tengo 6 metros y
seguramente alguno de los que ha pernoctado aquí, lo han hecho en autocaravanas
de mayor tamaño. Y es que ya empiezo a
no fiarme de estas opiniones nada. En Dinan hemos tenido mala experiencia.
Hemos seguido las indicaciones hacia un aparcamiento junto a las murallas pero
para llegar teníamos que atravesar un estrecho arco de menos de 3 metros de
altura. No cabíamos. Hemos dado la vuelta y hemos sido capaces de llegar por
otro lado, pero nadie habla de esto. No obstante, aunque hemos llegado, ha sido
imposible encontrar hueco, todo lleno. Así que hemos tomado la calle hacia
arriba y nos hemos dado de frente con el arco de altura inferior a 3 metros,
justo por el otro lado. Ninguna señal nos ha avisado antes, y lo que es peor,
la única calle por la que se puede salir es dirección prohibida así que nos hemos visto obligados a dar la vuelta pese a
quedarnos atravesados en la maniobra. Y hemos decidido alejarnos del centro e
incluso pensamos en el camping municipal o en irnos, pero en una calle aledaña
cerca del camping hemos encontrado milagrosamente un hueco en el que cabíamos.
Estábamos a 400 metros del centro y cuesta arriba, pero, no pasaba nada.
Del principio del día
nada que destacar. Agua, suave, otras veces más fuerte, mañana más que gris y
sobre las 10 hemos puesto rumbo al castillo
de Combourg. De nuevo nos hemos fiado de las indicaciones y hemos dejado la
autocaravana en una aparcamiento amplio a la entrada, pero cuando miro la
distancia que había hasta el castillo me muestra más de 2 km y es que el acceso
que me marca es por detrás, danto casi la “vuelta al mundo” así que decidimos
acercarnos lo que pudiéramos. Y tanto lo hacemos, que atravesamos este pueblo
prácticamente de una sola calle, vemos el castillo a nuestra derecha,
encaramado en una loma y lo dejamos atrás. Pero junto a un lago vemos
suficiente espacio para aparcar y de largo adecuado así que salimos a en un
intento de visitar el castillo.
Elegimos visitar solo
los jardines. Vamos con nuestra amiga
peluda para que pueda estirar sus patitas en un entorno tan privilegiado como
este, aunque ella no lo aprecie en toda su magnitud.
Ante nosotros aparece
la imponente silueta gris del castillo y frente a su entrada se extiende una
enorme explanada verde rodeada de enormes árboles que seguramente podrían
contar muchas historias y no solo de los habitantes del castillo. Se trata de un parque inglés de 25 hectáreas. El sitio es
precioso, el marco del castillo, incomparable.
Regresamos a la
autocaravana y ponemos ya rumbo a Dinan.
La atravesamos por una
de sus puertas y nos dirigimos a su viejo corazón, a la plaza de los
cordeleros y de los merceros. Atravesamos una gran plaza cuadrada, de edificios
de piedra gris donde reinan las líneas rectas y los ángulos para llegar a una
zona peatonal llena de tiendas, restaurantes que ahora están casi completos de
gente que disfruta de su almuerzo.
Hay más de cien casas
de entramado de madera en el casco histórico de Dinan. Se construyeron desde el
siglo XV hasta finales del XVIII. Las del siglo XV suelen tener voladizos, las
del siglo XVI soportales y las de los siglos posteriores, grandes ventanales.
Hasta el siglo XVIII muchas de ellas tenían todavía los techos de paja.
Y llegamos a la calle
de Jerzual que desciende pronunciadamente sumergiéndonos en plena edad
media. Esta empedrada calle, una de las mejor conservadas de la ciudad, era la
única vía de entrada entre el puerto y parte alta de la ciudad. Y durante unos
brevísimos instantes me siento paseando por un cuento de hadas o por el escenario
de una película medieval. Aquí el flujo de gente ha disminuido y lo disfrutamos
más.
Sinceramente, la ciudad me ha sorprendido. Descendemos hasta el final donde una prohibición nos obliga a subir de nuevo y seguimos perdidos por calles medievales que nos hablan de su pasado de riqueza. En un rincón encontramos a una artista vestida de época y que toca música medieval combinando tres instrumentos entre sus manos y sus pies.
Nuestra amiga peluda viene con nosotros y no dice nada. Ahora nos queda regresar y lo hace resignada sin dar ningún signo de cansancio. Sabemos que la viene bien andar, pero lleva ya dos horas así que Angel, siempre tan protector, cuando llegamos a la muralla la coge en brazos y así va con ella hasta la autocaravana.
Pasan ya de las 15 horas y decidimos buscar un lugar donde comer por lo que nos dirigimos ya a donde pensamos pasar la noche, pero no tuvimos suerte como ya he relatado, así que a las puertas de un cementerio en Lehon, comemos descansamos 30 minutos y ponemos rumbo a donde estamos ahora.
El sol sigue
dominando. Las nubes prácticamente han desaparecido y disfrutamos de un cielo azul
como hace días que no vemos desde que salimos de Madrid.
Para mañana, hemos
descartado St. Malo y Dinard. Cada vez me repelen más las grandes ciudades a lo
que hay que añadir que es festivo, nada
más y nada menos que su Fiesta Nacional así que lo dedicaremos a la pequeña
ciudad de Saint Suliac que seguro que es mucho más tranquila. No sé si alguna
vez seré capaz de hacer lo que a veces el sentido común me marca para disfrutar
de las visitas más: escondernos los fines de semana en algún sitio tranquilo y aparecer
los lunes. Y es que los franceses se mueven mucho y lo llenan todo y tengo la
sensación que más que los españoles.
14 de julio, miércoles
Itineario: Vigneus-St Suliac-Fort
Latte (Castillo de la Roche Goyon)-Plurien
Pernocta: Camping Plurien
Bueno pues la mañana
del 14 de julio, Fiesta Nacional francesa, regala a los franceses un sol
maravilloso, como no hemos visto desde que cruzamos los pirineos. Cargamos agua
ya que hay un punto a nuestro lado y salimos rumbo a Saint Suliac. A la entrada
hay un pequeño aparcamiento de autocaravanas donde solo caben seis y milagrosamente tenemos un sitio, así
que pedimos permiso al de al lado porque quizás nos situemos muy cerca de ellos, y nos acercamos a esta
bellísima localidad, pequeña y coqueta.
Regresamos, sosegados
por este delicioso paseo, a la autocaravana para poner rumbo a Fort la Latte o Castillo de la Roche Goyon.
Asi dejamos atrás, St Malo y Dinard y el tráfico que atasca el puente que une
ambas localidades. Y empiezo a temer el
aparcamiento de Fort la Latte.
Y cuando allí
llegamos, se cumplen mis pronósticos. Hay aparcamiento para autocaravanas, sin
galibo, pero están ocupados por turismos así que pululamos hasta que por suerte
encontramos el que parece el único hueco que nos queda, aunque los franceses
siempre encuentran alguno después.
Nos dirigimos al fuerte por un camino ancho y vamos en romería.
El paseo es agradable pero más largo que el de ida. Son las 13,30 y decidimos buscar un sitio donde pasar la noche y por tanto, comer allí para descansar.
Ahora prepararemos la
cena y miraremos un poco la ruta de mañana. El sol milagrosamente, sigue
luciendo aunque la temperatura, 19 grados, no invita mucho a estar en el
exterior sobre todo cuando corre el aire aunque hasta las 18 horas hemos estado
muy bien, pero….al sol.
15 de julio, jueves.
Itineario: Plurien-Moncontour-Abadía
de Beauport-Treguier.
Pernocta: Tréguier
(48.789398;-3.23237).
Hoy, 15 de julio, vamos “de gratis”. Estamos en un aparcamiento junto al rio Le Guindy, en la sorprendente Tréguier. Sitio sombreado y muy agradable. Es una especie de fondo de saco al borde del rio sobre asfalto pero con verde en la parte trasera a orillas de este rio o ría, por lo que la gente saca sus sillas y mesas y disfruta del aire fresco y de sus cenas mirando su cauce aunque a esta hora las aguas están muy bajas con marcas recientes de barro a mayor altura, por lo que creemos que debe de estar influido por las mareas.
El día de hoy también
luminoso con un envidiable cielo azul.
Ayer encargamos unos croissant en la recepción y yo entendí que a las
7,30 estaba listo. Pero no, era a las 8,30, por lo que tuvimos que esperar a
que abrieran la recepción cuando teníamos preparado el café antes de la 8 de la
mañana. Lo más gracioso de todo es que el pan y los bollos estaban ya en la
recepción esperando a que abrieran, así
que suponemos que no los tomamos todo lo reciente que habríamos podido.
Pusimos rumbo directo a Moncontour, a unos 50 km de donde estábamos en dirección sur. Circulamos por buenas carreteras y una vez en la localidad no tuvimos problemas de aparcamiento aunque supongo que en fin de semana todo cambiaria porque era más bien pequeño.
Cuando aparcábamos coincidimos con una pareja cordobesa que estaba viajando por la Bretaña aunque su intención era continuar hasta Normandia. Jubilada ella, profesor él, parecían no tener mucha prisa.
Ascendimos por una calle hasta llegar a lo que parecía la principal y una plazoleta presidida por la iglesia de San Maturino. Pueblo de piedra gris pero…me decepcionó. Tiene bonitos rincones destacando algunas casas del XVI y XVII y algún que otro palacio, pero yo creo que si se pasa cerca merece la pena venir, pero desplazarse fuera de ruta 50 km…, creo que no nos ha merecido la pena.
A mi pobre juicio, las vidrieras de la iglesia, del XV es lo
mas hermoso y destacable de este lugar.
Ahora ponemos rumbo
norte, a la Abadia de Beauport pero
antes encontramos un super U y aprovechamos para abastecernos de productos
frescos, para hacer un gazpachete, que apetece y alguna que otra cosa más que
íbamos necesitando y, las consabidas sidras francesas, que nos gustan más que
la española (lo siento, que nadie se ofenda). Y también llenamos el depósito de
gas oil a un precio razonable. Siempre hay bastante diferencia con respecto a
las gasolineras normales y sobre todo, con las de las autovías.
A 200 metros de la
abadía encontramos un aparcamiento para autocaravanas, donde hay tres o cuatro,
y…turismos que ocupan los espacios de las autocaravanas. Más de lo mismo.
Dejamos a nuestra amiga peluda dentro y nos dirigimos a lo que queda de esta
abadía.
Son unas ruinas góticas muy bien cuidadas, ajardinadas, y su situación junto al mar la dotan de cierto romanticismo. Y no deja de darme cierta envidia. Recuerdo algunos monasterios abandonados o semiabandonados de nuestro patrimonio y no puedo dejar de compararlos con estos y una vez más me ratifico en lo que he dicho siempre de los franceses: saben lo que tienen, lo aprecian y lo explotan.
Así paseamos por lo que un día tuvo que ser un monasterio rico: la iglesia, la sacristía, el claustro, la sala capitular, y la sala del duque, un impresionante salón con dos enormes chimeneas dedicado a la recepción de personajes importantes. La mayoría de sus techos derruidos, le dan un toque aún más romántico, ya que las habituales lluvias de la región han hecho crecer la vegetación exuberante en su interior.
Data del siglo XII convirtiéndose en el principal centro de salida de peregrinos bretones que iban a Santiago de Compostela. Como otras muchas, en la segunda mitad del XVIII comenzó su declive que termino con la Revolución francesa siendo saqueada durante gran parte del siglo XIX hasta que distintas iniciativas se encargaron de su protección y recuperación.
Las celdas de los monjes, la cillería,…y lo que en su día fueron las huertas en terreno, parece ser, que robado al mar,… fuimos desgranando las distintas estancias de lo que en su día fue este rico monasterio. Allí me vuelve a llamar la atención el tamaño de los manzanos que los han convertido en arbustos de un metro de altura pero que están cuajados de manzanas.
Atrás dejamos esta abadía para poner rumbo a Plougrescant, al Norte, a la costa donde encontraremos la fotogénica casa entre dos rocas. Pero en los tiempos muertos de mis obligatorios “baños de asiento” en los que hacía un breve repaso a algunos relatos sobre la región, había anotado Treguier por donde íbamos a pasar. Decidimos visitarla y además, el aparcamiento era de los más fáciles que hemos encontrado, una explanada junto al puerto, aunque curiosamente las coordenadas que yo tenía eran las de donde estamos ahora para pernoctar, junto al río.
Aparcamos y también
decidimos dejar a nuestra amiga peluda. Ella va despacio y estamos un poco escasos
de tiempo. Comenzamos a ascender la calle que nos llevará hasta su iglesia y
nada más comenzar empezamos a ver que el sitio prometía ser bonito.
Y así fue. Casonas de piedra y otras de entramado de madera pintadas de colores. En la calle encontramos librerías y comercios sencillos no tan destinados al turista como en otros lugares, lo que a nuestros ojos dotan de mayor encanto este lugar.
En la pared de una casa encontramos carteles con algunas sabias citas. Las fotografío y luego Angel me las traduce: “mientras que la luz del pasado no ilumine el presente, la humanidad avanza en tinieblas”. O “Hay en la tierra muchísimo para los deseos de algunos pero no habrá bastante para la codicia de otros” y “Hablando de los hombres: si quieres que se harten, dales grano, si quieres que sean hermanos, hazles derribar una torre” y el último: “aquí no estás al abrigo de una claridad”, pero le mas genial de todos es el plano del desierto.
Sencillo e impactante.
Y me hace reflexionar: seguramente alguna de estas citas tiene siglos.
Y…¡qué poco hemos aprendido! Y ¡qué poco ha cambiado el mundo a mejor en este
aspecto!
Nos internamos por alguna calle más y
seguimos descubriendo casitas de entramado, y casonas de granito gris. Y mucha
tranquilidad. Mucha.
Esta pequeña ciudad nos ha sorprendido agradablemente por su sabor medieval y renacentista y nos ha quitado el cierto mal sabor de haber recorrido 50 km hacia el Sur (y otros tantos hacia el Norte) para visitar Moncontour.
Y cuando íbamos en dirección Norte hacia Plougrescant, hemos visto desde la carretera el lugar junto al río donde nos encontramos ahora.
Como a Angel le ha gustado, hemos dado la vuelta y aquí estamos. Creíamos que
estaba completa con nosotros, pero han conseguido entrar una media docena más
de autocaravanas y camper. Sitio muy popular.
Salimos a estirar las piernas por eso de vencer a la pereza y paseamos junto al río Guindy o ría hasta un curioso puente del siglo pasado y que cruza de una orilla a otra. Se trata del puente peatonal de Saint-François de principios del siglo XIX y que permite conectar dos municipios. Tiene casi 50 metros de largo y solo 2 de ancho y fue financiado por un comerciante de Treguier y por el que cobraban peaje. Pero a finales del XIX fue comprada para dejar libre su paso y en la segunda mitad del XX se restauró. Posteriormente se cerro en el 2004 debido a su mal estado sanitario siendo reconstruido entre el 2012 y 2013 albergando ahora una “ruta verde/ciclista” que conecta Treguier con Perros-Guirec.
Delicioso y tranquilo
paseo para regresar, cenar y a dormir, prácticamente ya los últimos.
Y cuando me asomo
antes de oscurecer me llama la atención algo. Algo que no estaba y que ahora
está. Descubro que es nivel del rio, que confirmando nuestras sospechas es en realidad una ría por lo que al subir la
marea ha subido su nivel con lo que el agua ha tapado el fango de las orillas.
Ahora luce completo.
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