Bordeando la costa.

 16 de julio, viernes

Itinerario: Treguier-Plougrescant (castel Meur)- Faro de Men Ruz (Costa de Granito rosa)-Noterigou

Pernocta: área de la aldea Gala de  Noterigou. 48.7831, -3.52541


Sorprendentemente el día amanece con bastante niebla.  Curioso fenómeno en julio. Cubre toda la ría, pero enseguida levanta al igual que nosotros que marchamos hacia Plougrescant una llanura junto al mar donde la piedra, la arena y la vegetación se mezclan conformando un curioso paisaje plano de mar, rocas y arena.

Pero quizás lo más característico de la zona o lo que atrae al turismo, es una casa construida justo entre dos rocas enormes y allí nos dirigimos, la casa de Castel Meur.

Circulamos por carreteritas hasta llegar al aparcamiento destinado a las autocaravanas.

Es muy pronto, las 9,30 con lo cual podemos disfrutar de un delicioso paseo por sendas hasta descubrir esta curiosa vivienda que se mira en el agua y que parece atrapada  entre estas dos rocas reflejándo su imagen en una pequeña laguna que no sabemos si es de agua salada.  Este edificio fue construido en la segunda mitad del siglo XIX y su imagen ha  dado la vuelta al mundo. No nos podemos acercar a ella y en su fachada hay aparcados turismos que “deslucen” esta fotografía de postal.

 

Nos damos un paseo por este peculiar paisaje disfrutando de un sol brillante y de buena temperatura, aunque el sol amenaza con calentar, y de escasa gente.

En una página web sobre la Bretaña encuentro una definición de este paisaje que es muy descriptiva: “Islotes que parecen lentejuelas sobre el mar, puertos minúsculos, casas de muñecas junto a gigantes de granito”

Ahora ponemos rumbo a Perros Guirec, aunque únicamente pasaremos por ella, porque nuestro destino  está en el Faro de Men Ruz, en la costa de granito rosa. Comprobamos que Perros Guirec no tiene ningún atractivo especial al margen de ser una bonita bahía muy construida y continuamos nuestro camino. Nuestra intención es acercarnos lo que podamos a la costa para caminar hacia el faro y un poco por los acantilados de esta turística “costa de granito rosa”, pero una señal nos dirige a un aparcamiento y nos informa de la dificultad de circular para las autocaravanas.

Terminamos en una gran explanada verde donde nos cobran 6 euros por una hora o por 12, ya que no se permite la pernocta. Solo hay una máquina y se paga con tarjeta. Y tenemos nuestras dificultades para entendernos con ella ya que parece más preparada para los turismos, pero al final lo conseguimos (cuando se pierde el miedo, se tocan todos los botones hasta acertar).


Kilómetro y medio nos separan del faro así que siguiendo las indicaciones que nos va dando nuestro teléfono –y gracias porque es un poco laberíntico-  nos vamos acercando por sendas entre vegetación y chalets o casas impresionantes con estupendos jardines hasta este faro.  Y según nos aproximamos, nos unimos a una “romería” de gente que pasea. Nadie lleva mascarilla. Nosotros, vacunados ambos con las dos dosis aunque yo hago los 15 días de la segunda hoy, somos prácticamente los únicos que las llevamos. Parecemos los “tontos de la mascarilla” pero hay demasiada gente y no se guardan las distancias en muchos puntos de la senda.

Y efectivamente, nos llama la atención el color de las enormes rocas que jalonan esta costa. Son rosas, es granito rosa. El faro también está construido con esta piedra por lo que resulta llamativo a la vez que hermoso el contraste entre el azul del cielo, el verde de la costa y estas enormes rocas de color rosado. Angel dice que nunca había visto nada igual. 

Sinceramente, me encanta que con sus 64 años se siga sorprendiendo al encontrar cosas que con todos nuestros años aun no hemos visto lo cual nos indica que aun tenemos muchas cosas que ver y descubrir.

Llegamos hasta el faro en esta romería (no quiero pensar lo que será mañana) y regresamos variando un poco nuestro itinerario. Nuestra compañera Tula se porta. La pobre, a la que llamamos “pata pollo” porque ha perdido casi toda la masa muscular de la pata derecha trasera, nos sigue a su paso aunque a veces su impaciencia la hace caminar a tres patas.

Casi sin darnos cuenta, a las 13 horas, estamos de regreso y ponemos rumbo a un área de autocaravanas que habíamos localizado a 10 km de allí y donde estamos ahora. Estamos cerca de Noterigou en el aparcamiento de una “aldea Gala” para niños y un planetario (48.7831, -3.52541). Cabemos 20 y aunque a las 14 horas casi estaba llena, se han ido yendo pero otras están ahora llegando. Los espacios son un poco justos, pero suficientes ya que detrás tenemos sitio para poder sacar nuestras sillas y disfrutar del sol.

Por la tarde salimos a estirar las patitas y nos acercamos a las puertas de la aldea gala. 6 euros por cabeza. Hay un laguito donde hay barcas navegando. Los niños parecen pasárselo muy bien. Paseamos un poco por los alrededores, que tiene un planetarium  y  también hay un arboreto  aunque no somos capaces de encontrar la entrada.

Regresamos a la autocaravana y siguen llegando más por lo que creemos que se han puesto al fondo sobre asfalto. Los franceses tienen una habilidad especial para encontrar sitio…donde ya no lo hay.

17 de julio, sábado.

Itinerario: Notiregou-Morlaix-Guimillau-Cairn de Barenez-Le Diben

Pernocta: Camping Kerven. 47.702499, -3.83407

Y llega la  mañana del sábado 17. Tambien soleada. No sé si creerme tantos días de sol y la temperatura no sube de 20 grados. Fresquita y agradable.

Vaciamos el wáter y las grises porque llenar costaba 5 euros y leemos que es muy lento, así que ponemos rumbo a Morlaix. Hasta ayer tenía anotado  visitar Lannion, aunque esta ciudad no estaba en principio, pero luego he reflexionado y la he retirado al tenernos que desviar y nos hemos dirigido a Morlaix. Pero siempre me queda la duda de si acierto, o no.

Y allí llegamos cerca de las 10 y encontramos fácil aparcamiento en una de las 160 plazas que hay, pero observamos que no dejan de entrar los coches uno tras otro. Algo hay. Me temo que mercadillo. Y eso no me gusta porque se llena todo.

Descendemos hacia el centro y enseguida nos asomamos a un impresionante viaducto de la segunda mitad del siglo XIX y  de 58 metros de altura, emblema de la ciudad y por el que pasa el tren.

Abajo, una gran plaza cuadrada a la que se asoman casas de granito gris, ordenadas, uniformes. Y ya en la plaza vemos puestos de mercadillo de objetos varios. 

La atravesamos y tomamos la calle que sale a la derecha del ayuntamiento y allí vemos otra  peatonal que parece ser ya el casco antiguo y entramos por ella hasta llegar a la plaza de Allende otra plaza más pequeña donde se celebra un mercadillo de productos alimenticios.

Pero hay mucha gente. Demasiada. Y los puestos y terrazas llenos de gente, limitan la visibilidad de los edificios del entorno.  

Pero sí podemos observar algunas de las llamadas “casas con pondalez” edificadas en el siglo XVI por los comerciantes de telas de lino y que se organizan en tres niveles alrededor de una chimenea enorme, una escalera de caracol central y pasajes de madera, conocidos como “puentes de ida” con sus entramados de madera, que sobresalen en voladizo. También las vemos en las calles adyacentes. Bellas fachadas, bonitos rincones que nos hablan de un pasado explenderoso, pero…poco más que resaltar.

En el mercadillo todo el mundo lleva mascarilla. Entramos un poco, pero decidimos salir y regresar.

Aunque leemos que tiene un bonito y rico patrimonio yo definiría nuestra breve visita como “acto fallido” o quizás no lo supimos apreciar o la cantidad de gente que acudía al mercadillo nos agobió... Posiblemente sin mercadillo la habríamos disfrutado más. A mi juicio no merece la pena desviarse y entrar.  



Bonita la iglesia de Saint Melaine del siglo XV.

Y después me enojo porque veo que nos dejamos el puerto que era donde parecía estar el mayor interés. Yo no me di cuenta, pero había un microbús eléctrico  gratuito que partía de la gran plaza que nos llevaba allí.  Angel vio su destino, y como es mudo, no dijo nada. Además, es más cómodo dejarse guiar.  

Y yo no me fijé. Cada vez se me escapan más cosas. Pero la verdad es que no me sentía cómoda y quería irme así que posiblemente no habría tomado ese bus, ¿o tal vez sí?. Aun así habíamos empleado más de una hora. Decididamente los años me van haciendo más solitaria y evito las grandes ciudades y las concentraciones de gente. Y si no tengo más remedio, como no me siento cómoda, reduzco al mínimo mi estancia.

Ahora pusimos rumbo a Guimillau,  a 25 km, una pequeña localidad que posee el conjunto parroquial  más famoso de la Bretaña del que destaca su impresionante calvario de 1581.  

Tiene una pequeña área para autocaravanas, así que lo primero que hicimos aprovechando la soledad, fue cargar agua para después acercarnos a ver este peculiar lugar.

Encontramos este conjunto sin dificultad y lo que más nos impresiona es el calvario, al parecer el más bello y renombrado de la Bretaña francesa con más de 200 figuras y rematado por una sola cruz.  

Es el primero que vemos y se encuentra junto a la puerta principal. Está tallado en granito gris que ha adquirido un tono negruzco por el paso de los años, pero sus esculturas parecen haber sido talladas ayer, presentando  un estado de conservación casi perfecto. 

Podemos reconocer muchas escenas de la biblia, principalmente del nuevo testamento aunque también las hay del antiguo. Y aquí sí que puedo afirmar que merece la pena venir, aunque haya que desviarse. Además, el  entorno es muy agradable  y todo el conjunto armonioso y bello.




Luego nos acercamos a la iglesia  del S.XVII que tiene en el lado derecho una espléndida portada con las imágenes de los Apóstoles. Su interior no es nada desdeñable con una pila bautismal del XVII rematada con un cimborrio de madera espectacular.




Observamos una de las columnas de la iglesia algo dañadas y la tienen medio apuntalada.  Algo más a destacar: los escasos visitantes, tan solo dos o tres parejas más.





Partimos ahora hacia Cairn de Barenez, el túmulo funerario o mausoleo más grande de Europa a donde llegamos alrededor de las 13,30.


Se encuentra en una colina sobre verde con el azul del mar de fondo. Las vistas son esplendidas, y el lugar curioso y único. Vemos el túmulo de 75 metros de largo por 28 de ancho  y que alberga  once cámaras funerarias con sus correspondientes puertas selladas con piedras. 


Las tumbas son de corredor y por seguridad solo podemos acceder por una por la que atravesamos  al otro lado para seguir disfrutando de este peculiar lugar de más de 6.000 años de antigüedad.




El conjunto cuenta con un pasillo de 5 a 14 metros de largo que da acceso a un espacio poligonal y circular que es la cámara.

A las 14 horas decidimos poner rumbo a un camping municipal de Tregastel, pero pasando antes por una área de autocaravanas  en Le Diben. 

Lamentablemente nos perdemos y circulamos por lo que parece un laberinto de caminos asfaltados hasta poder retomar nuestro rumbo. 

En la carretera nos topamos con la imagen de un diminuto cementerio de barcos.

Cuando llegamos al área, es un aparcamiento sobre asfalto cuyas plazas que dan frente al mar están todas ocupadas. En  los laterales quedan algunas, pero me resulta poco atractivo. El día invita a estar fuera y la gente lo hace poniendo sus sillas sobre el asfalto detrás de la autocaravana a la vista de todos. No me sentiría cómoda, así que ponemos rumbo al camping, pero cuando llegamos allí al margen de resultarnos caro,  unos 20 euros y sin luz, esta hasta muy lleno. No parece un sitio tan atractivo como pintaban las fotos.

Así que decidimos regresar a Le Diben donde habíamos pasado por delante de lo que era un camping en el que se veía un inmenso prado verde. Y aquí estamos ahora. El sitio es estupendo. Si quieres pradera, pradera, nosotros hemos elegido un rincón tranquilo entre árboles, entre sol y sombra y ahora a las 20 horas, ya no se puede estar fuera por el frio. Creo que solo me he sentado a comer. Una pena.

Después de comer me he tumbado y hemos salido a buscar la playa que dista unos 500 metros.

Curiosas las playas de aquí. Como las mareas son tan fuertes, cuando está  baja deja al descubierto todo: piedras grandes, pequeñas, algas, algones, lapas,….Caminamos al fondo hasta donde está el agua. Es una bahía pequeña y tranquila y algunos disfrutan de un baño. Yo, tentada, me quito las zapatillas y meto mis pies pensando en que a lo mejor el agua está algo templada. Pues no. 


Está…fresca, no, mejor calificarla de fría. Vamos, que pienso en nuestras playas, hermosas, donde puedes pasear kilómetros y kilómetros, hundiéndote en la suave arena dorada, bañándote en aguas transparentes y cálidas….un lujo. No me extraña que cuando  las descubran enloquezcan.

Y regresamos para darnos una buena ducha y yo me quedo en la autocaravana a escribir pensando en salir a tomar el sol, pero ya, no puedo. Tomaría el fresco…o el frío. En estas latitudes solo se puede disfrutar del exterior al medio día, luego ya…hay que buscar buen refugio.

(Corregiré esta ultima afirmación, ya que el tiempo cambio….y fue muy caluroso)

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