Rumbo al sur

 20 de julio, martes.

Itineario: Penguilly-Quimper-Concarneau-Tregunc

Pernocta: Granja en Tregunc (47.830677, -3.824704)

Y tras una deliciosa noche, amaneció un brillante día, aunque nosotros estábamos protegidos bajo las ramas de un enorme roble. Desayunamos fuera y con mucha pena –hasta pensamos en quedarnos- pusimos rumbo a Quimper. Y es que cada vez me dan más pereza las grandes ciudades, no me encuentro cómoda –creo que a lo largo del relato lo he dicho varias veces. ¿o no?-.


Una vez allí, no tuvimos dificultad para aparcar pero seguramente con una autoacaravana de más de 6 metros, sí la hubiéramos tenido, principalmente por su maniobrabilidad.  Aparcamos junto al río Odet a tan sólo  cinco minutos escasos del centro histórico.



Y nos fuimos con nuestra peluda que nos sorprendió trotando levemente. Guiados por las agujas de su catedral que superan los 70 metros de altura, nos dirigimos directamente a ella, la catedral  de Saint Corentin, a través de una  calle jalonada de  hermosas casonas de piedra algunas con entramados de madera de vivos colores que llaman nuestra atención.



Esta catedral  del siglo XIII  es uno de los mejores ejemplos de arte gótico y necesitó de tres siglos para ser construida y  a cuyas puertas estuvimos 32 años atrás.  




El interior de la catedral nos seduce con sus vidrieras por las que ahora al penetrar el sol, pintando el suelo de multitud de colores. 





Curioso que el eje del coro esté desviado respecto al de la nave. (Esta última frase es un poco tramposilla ya que no lo apreciamos cuando estuvimos allí pero al leerlo en alguna página web y revisar las fotografías, me percaté de esta curiosidad).

Después nos dejamos perder por sus callejuelas, descubriendo rincones muy hermosos, con mucho sabor, con historia.



Nos hemos introducido de lleno  en la  Baja Edad Media, en la que los gremios empezaron a instalarse alrededor de la catedral. 






El nombre de algunas de sus calles nos habla de ello.





Casas de piedra o de entramado de madera, los marcos de puertas y ventanas pintados de colores que contrastan con el color triste de la piedra gris y mucha vida… 


No tenía yo estos recuerdos de Quimper. Como siempre digo, aunque regrese por segunda o tercera vez al mismo sitio, nunca se mira con los mismos ojos y siempre se descubre algo nuevo. Y en estas reflexiones pienso  en que quizás deberíamos de haber subido a Le Mont de Saint Michael, aunque es fácil sentir esto después de que alguien nos ha dicho que lo visitaron y no había mucha gente y que el transporte de los aparcamientos a la ciudad era fácil y  gratuito. Por lo que leí antes de partir me imaginé rodeada de inmensas masas de turistas inundando la ciudad, haciendo casi imposible andar. Ríos de gente que subían y bajaban. Me vi dejando la autocaravana en un inmenso aparcamiento junto a otras y buscando el autobús que estaría lleno para que me trasladara a la ciudad, y luego recordé la primera vez que estuvimos aquí ¡Cuánto tiempo había pasado desde que aparcamos nuestro Renaul-11 en la playa –aun recuerdo un cartel con el horario de las mareas- para acceder a la ciudad caminando!. Ya no era igual y desee fuertemente conservar ese recuerdo del pasado. Seguramente me equivoqué.

Llegamos a la plaza Terre-au-Duc, muy animada a estas horas y uno de los rincones más bonitos de Quimper. Antiguamente aquí se alzaban el mercado, el tribunal y la cárcel: era el centro del poder laico de la ciudad frente al religioso de la plaza Saint-Corentin donde está la catedral.


De regreso entré en un mercado local para comprar los ingredientes que necesitaba para hacer un gazpacho, que con estas temperaturas era lo que más apetecía. Y caro gazpacho me salió, más de 6 euros por los ingredientes aunque tengo que decir que habría gazpacho para dos días.

Ya en la autocaravana  lo preparé poniéndolo a enfriar en el frigorífico para poner rumbo a Concarneau de nuevo con la duda de si era o no de interés.

Como era temprano nos dirigimos a su área que por la mañana era gratuita.  Y estaban “como piojos en costura” y por supuesto, ni una sombra. No alcanzaba a comprender que a alguien le pueda parecer atractivo un secarral como este y sobre asfalto. Pero para gustos, los colores. Y afortunadamente.

Aparcamos y bajamos por su calle principal hacia el puerto, cuyo final estaba cerrado al tráfico por la celebración de un mercadillo. 

Una vez allí veo a mi izquierda una fortaleza a la que se dirige la gente y decidimos hacer lo mismo. Pensando en que se trataba de una fortaleza defensiva, atravesamos un puente sobre el agua y nos introdujimos en ella.

Y…¡sorpresa!, resulta que esta fortaleza es una ciudad completamente amurallada que conserva las casas y rincones de la época. Es una pequeña isla fortaleza conocida como la ville- close.

 Sus murallas datan del siglo XIV aunque fueron completadas por Vauban en el XVII. Se trata de un islote de 350 m de longitud por 100 m de anchura. Dos puentecillos abren las puertas de las murallas. Ahora, la arteria principal, la  calle Vauban, está rodeada de casas encantadoras con carteles a tono con la época de la ciudadela y de comercios, bares y restaurantes cuyas terrazas están llenas de gente tomando su almuerzo. Francia critica a España por haber hecho mal la desescalada, pero ellos tienen sus terrazas atiborradas y sin mascarillas así que van por el mismo camino.

Paseamos por esta calle, disfrutando del encanto de sus casas, aunque no de la cantidad de gente que subía y bajaba aunque por la hora, había más llenando los restaurantes, comiendo o haciendo cola que paseando. Y es difícil resistirse a la belleza de esta ciudad que si no hubiera sido por la cantidad de gente que lo llenaba, nos habría enamorado. Por los lados nacen calles adoquinadas que se escapan hasta las aberturas que dan al puerto pesquero.

Llegamos al final y nos asomamos por una de sus puertas. Bonito y sorprendente lugar y hay que añadir que su puerto es el primer puerto atunero de Europa y el tercero de Francia de pesca fresca.

Son ya cerca de las 14 horas. El sol aprieta implacable y retomamos la calle principal regresando a nuestra casa. Ya no hay sombra, y Tula asciende trabajosamente. Nosotros, nos pegamos a las paredes buscando protegernos del implacable sol. La pequeña subida se hace algo dura.

Y decidimos  buscar ya un sitio donde comer y dormir. Nos dirigimos a una granja en Tregunc (47.830677, -3.824704). No ofrece ningún servicio y cobra 4 euros y parece tener sombra. Cuando llegamos hay tres autocaravanas más.  Tenemos la suerte de que en poco tiempo un arbolito nos regalará su sombra y mientras extenderemos nuestro toldo para comer. Corre una suave brisilla que mitiga el calor. A la sombra se está bien.

Cae la segunda botella de sidra fresca y es que nos gusta mucho la sidra francesa y después, a descansar. El lugar es una pequeña explanada verde a un lado de la casa, que tiene cabras, vacas y unas gallinas. El sitio en principio es para siete autocaravanas, pero se ha convertido en la “granja chicle” y llegamos a diez.  El problema no era el espacio, que había suficiente, si no que cuanto más gente, más ruido y de hecho los que han venido, traen niños, así que, más follón. Lo dicho, me he vuelto una viejecilla gruñona. El sitio parece muy popular. Está bien, pero….no creo que sea para tanto.

A la hora de la cena para el resto de los europeos, extrañamente desaparecen. Por lo que leí, parece que la dueña de la granja es una buena cocinera y suponemos que estará sirviendo sus delicias culinarias si no a todos, si a gran parte de ellos.

Y vamos acabando nuestro periplo estival, de hecho, Camaret Sur Mer fue el punto de inflexión, el de regreso. Y como hemos pasado calor me apetecía una ducha así que he encendido el boiler y…le ha vuelto a pasar exactamente lo mismo que hace un año cuando todo empezó. Se enciende y al minuto más o menos empieza a chisporrotear y termina por apagarse. Lo hemos intentado cinco veces y la sexta lo hemos conseguido. No comprendemos este comportamiento, no sabemos qué le pasa, pero consigue amargarme la tarde. Es mucho lo que cuestan estos vehículos, que además son para el ocio y que en medio de tus vacaciones te den problemas…y estos problemas se acrecientan con la distancia. Y pienso, “mira tú si me pasa cuando hago un viaje por Noruega”.

Cuando escribo esta parte del relato a mediados de septiembre, la autocaravana lleva una semana en el servicio técnico de Thruma. Les tiene desconcertados. Al parecer estos boiler no dan problemas pero cuando los dan…Han pedido unas piezas a Alemania y tardan cinco días, pero tampoco están seguros de que se arregle y Thruma tiene un protocolo determinado que les impide sustituir directamente el boiler antes de hacer más pruebas.  Pero si hay que sustituir el boiler, hay que esperar un mes hasta que todo el trámite finalice y envíen desde Alemania otro. Y esto me enoja especialmente porque el pueblo alemán, si es algo entre otras cosas, es muy previsor, por lo que no comprendo que no envíe esas piezas con otro boiler nuevo, por si acaso.  Lamentablemente dependemos de ellos para esto.

Mañana visitaremos Pont Aven…si podemos, para descender hacia el Sur, a Carnac y no sé si nos atreveremos con Vannes. Y acabaremos con la Bretaña francesa aunque de regreso quiero parar en un lugar peculiar, el Parque Natural Regional de Briere un poco al Noroeste  de Nantes. Y luego ya, regreso al sur….

21 de julio, miércoles.

Itinerario: Tregunc-Pont Avent-Carnac-Locmariaquer

Pernocta: camping  Saint Pierre en Locmariaquer (47.563999, -2.96673)

Y a las 4 de la mañana empezó el día. Me ha debido de desvelar el boiler y no he conseguido retomar el sueño hasta las 6…que ha empezado a cantar el gallo y a contestarle otro en la distancia. Me he levantado a escuchar la radio, luego me he puesto un tapón de cera en los oídos, y al final, he conseguido dormirme a eso de las 6,30 ó 7 hasta las 7,40. He puesto el boiler…. Y voilá, a la primera ha encendido. Pero…algo le pasa.

Hemos desayunado protegidos por la sombra de la autocaravana vecina y partido a las 9,15 hacia Pont Aven.

No hemos tenido problemas para aparcar a esa hora. Elegí un aparcamiento muy cerca del centro donde solo había cuatro plazas y cuando llegamos la mitad estaba vacío.

Nos hemos dirigido  al Promenade de Xavier-Grall un delicioso paseo que conduce de una orilla a otra por puentecillos escondidos, junto a los lavaderos, canales y compuertas que riegan los vestigios de los molinos.





Las orillas floridas colorean los muretes y los puentes de piedra. El agua salta por las piedras y corre cantarina entre edificios de piedra gris.  Es un pequeño jardín que me sabe a poco.


Deshacemos en parte este delicioso paseo para dirigirnos al bosque del amor.



A finales del siglo XIX muchos pintores llegaron a esta localidad en busca de recursos y de temas «exóticos. Gauguin fue uno de ellos fundando  una escuela. Desde la pensión donde vivían, los pintores arrastraban su caballete hacia este Bosque.

Actualmente, un delicioso sendero nos introduce en un umbrío y hermoso bosque surcado también por este riachuelo que corre tranquilo  y nos permite conocer lugares de inspiración. Decidimos regresar hasta el aparcamiento que vemos al otro lado de este paseo y ponemos rumbo a Carnac.

Y ahora, a casi las 19 horas escribo desde el interior de la autocaravana en el camping  Saint Pierre en Locmariaquer….el tercero que hemos visitado buscando sombra (47.563999, -2.96673). Los dos anteriores no la tenían y tampoco había áreas o aparcamientos sombreados y algo agradables. Y es que hoy el calor aprieta casi como en España. He cerrado el interior de la autocaravana y puesto el enfriador. Aun así la temperatura es de casi 32 grados, igual que en el exterior. De vez en cuando corre una brisilla, pero poca. Tula se ha escondido conmigo y ha dejado de jadear. Demasiado calor. Sabemos que la playa está al lado, pero hasta que no baje un poco el sol creo que no salimos de aquí.

Hemos estado peregrinando por camping que eran secarrales, bueno, extensiones hoy verdes, pero con poca o nada de sombra y la que había, ocupada. Aquí había la que daba un árbol pequeñajo, pero nos hemos cobijado bajo él. Quizás deberíamos haber avanzado hacia el sur, a zonas menos turísticas donde posiblemente los camping o áreas fueran más generosos en sombra y no estuvieran tan ocupados, pero bueno, la verdad es que hemos llegado a las 15,30, no había nadie en recepción y una joven se ha ofrecido a llamar al dueño que dijo que estaba viniendo (luego hemos visto unos establos y una casa por donde le hemos visto venir por lo que posiblemente viva allí). Mientras nos hemos instalado….las 16 horas.

Después de comer, me quedo traspuesta unos diez o quince minutos. He mirado un poco el día de mañana y donde dormir y he salido al exterior. Estábamos al lado de recepción a unos 50 metros de la entrada y el sitio, pese a ser un lugar de paso –no hemos podido elegir otro porque no había sombra- es entretenido. En un momento determinado ha llegado una autocaravana viejita de unos 7 metros con “Francois” a los mandos. Se ha bajado “Anne Marie” y…creí que había tenido algo parecido a una alucinación debido al calor, pero ha debido ser real, porque he visto a “Francois” levantarse del asiento del conductor luciendo un …¡tanga!…. posiblemente consecuencia de las altas temperaturas…el tanga para reducir el calor, y  lucirlo, posiblemente  efecto secundario neuronal de este calor.

Pero regreso a Pont Aven en el momento de poner  rumbo a Carnac a su complejo megalítico. Aquí habíamos estado hace 32 años y yo tenía vagos recuerdos. Angel los mantiene más nítidos.

Este lugar mítico tiene más de cuatro mil menhires, dólmenes, montículos y túmulos que sólo han revelado una parte de su misterio. Es el monumento prehistórico más extenso del mundo y una de las pocas construcciones humanas que se pueden ver desde la luna. Datan del  Neolítico y tienen entre el 7.000 y 4.000 años   originando múltiples teorías, sin que hasta la fecha se haya llegado a comprender las intenciones de sus constructores

Nos hemos dirigido a un aparcamiento de autocaravanas, un gran cuadrado asfaltado y allí la hemos  dejado. 30 minutos gratis.

Nos hemos acercado a ver los primeros alineamientos pero debe de haber un sendero que los recorre todos y ya sabemos que son kilómetros y kilómetros de alineamientos. Hace calor, la temperatura no es nada agradable y llevamos ya varios días sufriéndolo. A mi el calor me afecta especialmente, así que como el tiempo no invita a pasear regresamos a la autocaravana para acercarnos lo que podamos al alineamiento de Le Ménec,  el más extenso del conjunto megalítico, y  que reúne 1.169 menhires a lo largo de 950 metros, dispuestos en 11 hileras.

Así aparcamos en la misma carretera para tomar unas fotografías.

La primera vez que los vi, más de treinta años atrás,  me impresionó. Igual que ahora. Cientos de rocas grises emergiendo de la tierra una tras otra, alineadas casi perfectamente, con sus formas irregulares, alturas más o menos iguales, pero variables…es un espectáculo peculiar e impactante. Pero entonces nos podíamos acercar y  caminar al lado de ellos. Hoy están vallados y no nos podemos acercar.








Seguimos con la autocaravana al alineamiento de Kermario y aparcamos en una zona a unos 200 metros.  Un sendero nos acerca. Aquí están los  monolitos más grandes de todo el complejo de Carnac por lo que es más impactante si cabe aunque se pierde más la perspectiva de las interminables filas de piedras alineadas como en Menec.

De nuevo enormes puntas negras formando líneas emergen de entre el verde suelo elevándose cubriendo  una gran superficie en la que casi la vista se pierde.

Sin llegar al final, ni visitar todos los lugares de interés –nos dejamos Kerlescan  y Le Petit Ménec- que había en la zona  porque el calor no invitaba a ello, regresamos a recoger la autocaravana y ponemos ya rumbo a nuestro primer camping elegido. Y seguimos atravesando extensiones llenas de alineamientos. A nuestra izquierda dejamos un pequeño menhir y mas alineamientos. 

Antes de llegar al primer camping nos desviamos a un Intermarché para comprar algo de fruta, pan y leche y luego ya, empezamos la peregrinación en busca de un camping con sombra hasta encontrar este, que no es el mejor, pero tampoco el peor. Lo cierto es que no podemos elegir.


Después de comer y descansar y a última hora de la tarde cuando el calor pudo ceder un poco, salimos de paseo siguiente las señales de “plage”. Pero cuando llegamos a ella…¡qué desolación!.


Una vez más las “mareas vivas” son las causantes de dejar durante la marea baja  una zona arenosa vacía con los barcos embarrancados sobre lodo. Y el sol brillando fuerte en el cielo. El aspecto es bastante desolador. Me dicen que tengo que atravesar esa extensión y me pongo a llorar. 

No obstante vemos gente paseando por lo que antes ocupaba el agua durante la marea alta y al fondo una loma por la que la descienden en bañador. Angel piensa que al otro lado debe haber agua así que aunque a mi no me apetecía nada de nada, allí nos dirigimos.


Ascendemos y al otro lado de la loma encontramos un… sucedáneo de playa, bueno, quizás soy algo exagerada o lo digo con cierta maldad  u orgullo de saber que tenemos en nuestro país las mejores playas de Europa.  La que aquí encontramos está muy inclinada  y a estas horas, las 20, está llena de gente. Y está tan tranquila que más parece la playa de un lago que del mar.

Y regresamos por donde habíamos venido, nos damos una buena ducha –esta vez el boiler no falló-, cenamos y un poco antes de las 23 horas nos vamos a la cama, como todo el camping.

No hay comentarios:

Publicar un comentario