Sumergidos en la Bretaña

 11 de julio, domingo.

Itinerario: Redon-Rochefort en terre-Malestroit-Josselin

Pernocta: aparcamiento junto al canal en Josselin (47.952742, -2554953)

Y amanece gris, como no. Mientras desayunamos vemos en el canal como un lugareño limpia su barco desde una barca hinchable.

Recogemos y ponemos rumbo a Rochefort en Terre. Al salir pasamos por el área de autocaravanas que estaba frente a nosotros y vemos que no hay ninguna cargando o descargando agua, así que sobre la marcha decidimos hacer la maniobra correspondiente. Sitio cómodo donde los haya y en escasos diez minutos estábamos ya en la carretera con nuestros depósitos llenos y vacíos exceptuando el addblue que ayer nos dio el aviso de rellenar aunque tenemos cerca de 2000 km de margen para hacerlo. Pero, soy una maniática y no me gustan ni las lucecitas avisadoras en el cuadro de mandos ni los sonidos, así que cuanto más pronto lo solucionemos, mejor.

No deja de llamar mi atención estas grandes extensiones semiplanas francesas, los campos cultivados, salpicados por prados verdes entre arboles diversos. La vista se pierde en un paisaje agradable y variado que no aburre, donde se intercalan campos de cultivo con manchas boscosas y construcciones aisladas.

Y llegamos a Rochefort en Terre buscando el aparcamiento, pero al entrar nos topamos con una señal que inicialmente yo no sé interpretar  ya que mezcla fechas con circulación prohibida y autocaravanas  pero  Angel dice que es una prohibición clara. Tras preguntar se confirman sus sospechas y nos envían a un aparcamiento para autocaravanas que parece alejado de la ciudad. Bajando, en la cuneta, vemos sitio suficiente pero más adelante distingo una señal que nos dirige a un aparcamiento para autocaravanas, que decidimos seguir, por si acaso encontramos algo mejor. Y, nos saca varios kilómetros de la ciudad. Entendemos después que hemos dado la vuelta o circunvalado esta localidad así que entramos por el otro extremo y siguiendo las señales llegamos al aparcamiento. 

El primer terraplén, para turismos, y el de abajo, amplio y agradable, para autocaravanas. Vale 5 euros, una hora, o todo el día, pero tenemos que pedir ayuda a un indígena ya que las instrucciones solo están en francés.



Una vez abonado el importe, subimos y en 50 metros estamos a la entrada de lo que parece la calle principal de esta ciudad que se abre desde la hermosa Place du Puits. 

Y…es toda una belleza. Se respira paz y armonía y el aire huele a flores. Edificios de fachada de granito y pizarra, con maderas, elegantes, sobrios, con florecillas de colores en balcones, puertas, ventanas…hasta las malas hierbas tienen flor.

La piedra domina este paisaje, pero las hiedras trepan insistentes por sus paredes dándolas vida y rodeando sus coloridas ventanas. Distintos comercios de joyas y dulces principalmente jalonan esta calle principal.


Al final por una calle que sale a nuestra derecha nos dirigimos a su castillo del siglo XII y origen de esta ciudad que se construyó a su alrededor. 





Un amplio paseo flanqueado de enormes árboles que entregan su sombra nos lleva hasta las ruinas de lo que en su día debió de ser la entrada  y que una vez atravesada nos deposita en una explanada verde donde dos inmensas hayas parecen protagonizar ese  gran espacio. Bonita estampa.

Nos acercamos a un extremo y desde allí tenemos la peculiar vista de todos los tejados de la ciudad. Es un paisaje de pizarras negras que dibujan líneas en todos los sentidos posibles. Además, son las 11 y las campanas llaman a misa y no dejan de cantar. Sí, de cantar, como si el tiempo se detuviera de repente. Otro momento breve, pero inolvidable.


Damos la vuelta a esta explana y dejando atrás el castillo, volvemos a tomar la avenida principal desviándonos un poco hacia la iglesia de la que sale un delicioso canto. Están en misa y ruegan que no se entre así que retomamos nuestro camino de regreso. 

Y… peco en una pastelería comprando un dulce que me entró por los ojos y al que no me pude resistir y regresamos a recoger nuestra autocaravana.


Sin duda, como comprobaríamos durante nuestro viaje, este pequeño rincón es uno de los más bellos «Pequeños pueblos con carácter» de Bretaña. Rochefort-en-Terre invita a emprender un viaje por el tiempo con sus murallas, el castillo y sus hermosas y personalísimas casas antiguas. .

Al llegar al aparcamiento vemos que entra una autocaravana española y cuando bajamos les preguntamos si quieren nuestro ticket de aparcamiento en el que no figura la matrícula, ahorrándose así los 5 euros que hemos pagado nosotros. Catalanes, de Sabadell, se alegran mucho con nuestra propuesta que no rechazan. Es una pareja y al igual que a  nosotros, no les asusta viajar por Francia en plena pandemia. Incluso el año pasado subieron por Normandía.

Y ahora ya continuamos nuestro camino hasta la siguiente parada prevista, Malestroit.

Aparcamos a lo largo de una calle ya que el camino hacia el aparcamiento que teníamos seleccionado estaba cortado.

Pequeña y coqueta ciudad, no tan impresionante como Rochefor en terre, pero también con unos bonitos rincones entre los que destacan los cercanos a la plaza de Bouffai. 

Es la hora de comer, por lo que las terrazas situadas alrededor de lo que es la iglesia están llenas de gente disfrutando del domingo y de una temperatura envidiable: 20 grados cuando en España hay una ola de calor  superando en Madrid los 40.

De nuevo  las fachadas de piedra y las casas con entramado de madera  protagonizan sus calles y plazas. 

El puente viejo nos lleva la isla de Notre Dame donde se construyó el primer castillo, y ahora en su lugar se pueden ver dos molinos  de los seis que hubo.


Pero esta localidad parece esconder bonitos rincones para el paseo cerca de las aguas del  río Oust que atraviesa Malestroit,  con una gran actividad fluvial a principios del siglo XVIII. En el siglo XIX se terminaron las obras del canal de Nantes a Brest construyéndose las primeras esclusas del país, gracias sobre todo al gremio de los mercaderes de la ciudad. Actualmente la navegación por este canal es únicamente de recreo. Asi contemplamos embarcaciones en sus orillas y otras pequeñas en alquiler.

Atrás dejamos Malestroit para dirigirnos a Josselin, donde estamos ahora. Como el aparcamiento donde queremos pasar la noche, situado a la rivera del canal de Nantes a Brest, está según el navegador, a un poco más de un kilómetro del centro histórico, decidimos ir al área que está casi  en el mismo casco para visitar la ciudad y luego ya nos desplazaríamos a comer al aparcamiento junto al río donde previsiblemente pasaríamos la noche.

El  área es un aparcamiento en una plazoleta, ancho, cómodo, asfaltado y tranquilo, pero poco atractivo. Dejamos la autocaravana y nos dirigimos al centro.



Pronto comenzamos a encontrar hermosas casas medievales  de piedra y de entramado de madera y aunque la más antigua data del siglo XVI, todo el barrio fue restaurado en el año 2006.  


Descendemos por una calle llena de ellas, hasta llegar a la iglesia  de la Sainte Croix, en la que entramos y en la que destacan las vidrieras que llenan de luz y color el interior de este lugar.

Estamos en lo que es el barrio de Sainte-Croix, tan antiguo como el castillo. Son las 14 horas y muchos restaurantes se agrupan en una plazoleta junto a esta iglesia, restaurantes que están a rebosar de gente que disfruta de una sobremesa. 

A un lado de esta iglesia y de la plazoleta hay un grupo de cuatro o cinco casas cuyas maderas están pintadas con los colores del parchís: verde, amarillo, rojo y azul. Contrariamente a lo que se podría pensar, no desentonan, sino que llenan de colorido este rincón frente al monótono dorado de las piedras de la iglesia que tiene enfrente.

Descendemos por una calle hasta la entrada al  castillo. Cobran por visitarlo y no tenemos muchas ganas ya, así que decido dejarme guiar por el movil en busca de otro barrio al otro lado del río. 

Asi descendemos disfrutando de estas maravillosas construcciones hasta asomarnos al canal. 

Y aquí descubrimos la imponente silueta del castillo que se eleva en la margen izquierda del canal.

Impresionante, fuerte, sobrio, una inmensa fortaleza gris que se yergue elegante  hasta rasgar el cielo con las agujas de sus tejados.  De estilo gótico flamígero es al parecer un interesante ejemplo de la arquitectura feudal y renacentista. Del  siglo XII, en la actualidad sigue estando habitado por los descendientes de sus fundadores: la familia Rohan.

La muralla prolonga una pared de roca viva y sus elegantes torres circulares aparecen coronadas por tejados cónicos. Parece un castillo de cuento de hadas o la imagen de un castillo de juguete de cuando éramos niños que se llamaba “Exin castillos”.  Su imagen se refleja en el canal como  foso natural.

Desde el puente se tienen unas hermosas vistas de esta espectacular fortaleza. Lo cruzamos y al otro lado encontramos algún que otro delicioso rincón.

Regresamos sobre nuestros pasos hasta el área de autocaravanas e intentamos llegar a donde estamos ahora, lo que no estuvo exento de cierta dificultad ya que los navegadores nos enviaban por una dirección prohibida o en su defecto parecían dirigirnos al centro de la ciudad,  así que después de dar alguna que otra vuelta decidimos salir de la ciudad para que el navegador  retomara el rumbo. Y llegamos sin problemas.

El sitio es estupendo. Es solo aparcamiento pero esta sobre hierba  y a orillas del canal de Nantes a Brest por el que vemos pasar barcos. Una vía asfaltada permite a ciclistas y paseantes disfrutar de un  estupendo paseo a orillas de este canal.

Nos instalamos pensando en que pueda llover y por tanto, no patinar sobre la hierba mañana cuando salgamos. Comemos y nos desmayamos. Por hoy habíamos acabado el día.

Después de descansar salimos de nuevo a pasear al borde del canal. Es un paseo delicioso, por un a amplio camino, muy arbolado, mucho verde y agua… y nos da mucha envidia de que puedan disfrutar de la paz y la serenidad que ofrecen estos rincones. Aguas tranquilas, orillas arboladas, verde, robles y hayas inmensas, bancos que salpican el paseo, una exclusa, un molino, tranquilidad…

Absorbiendo tanta belleza y serenidad disfrutamos de un delicioso paseo, pero rompe a llover suavemente y regresamos pero cesa enseguida por lo que continuamos siempre a orillas del canal y dejamos el área a nuestra izquierda para dirigirnos hacia la ciudad. 



Y descubrimos que en poco tiempo estamos casi en el puente junto al castillo. Podríamos haber dejado aquí inicialmente la autocaravana ya que  creo que no había tanta distancia como el navegador indicaba.

Ahora son ya casi las 21 horas. Llueve suavemente. No creo que tengamos problemas para salir de aquí ya que las ruedas delanteras están a un metro escaso de la gravilla y casi en una leve pendiente hacia abajo. Esperemos.

12 de julio, lunes.

Itinerario: Josselin-Tumba de Merlin-Vitre

Pernocta: camping municipal de Vitre (48.109299;-1.19687)

Hoy amanece, como no, gris. Por la noche ha llovido, suave, pero salimos del aparcamiento sin ningún problema y decidimos ir a buscar adblue, a ver si los chivatos de la autocaravana se callaban.  Hemos seguido las indicaciones del navegador hasta una supuesta gasolinera que tiene este aditivo pero esa gasolinera, no existe. De camino vemos un área de autocaravanas y aprovechamos para descargar y cargar. Está en un sitio idílico, junto a un lago y un campo de golf. Estos franceses son la leche.

Y ponemos rumbo a la Tumba de Merlin. Volvemos a recorrer hermosas carreteras rectilíneas que rompen los colores dorados, ocres y verdes del campo. Atravesamos bonitas zonas boscosas y en poco tiempo nos internamos por una carretera estrecha que nos conduce al a tumba de Merlin. Cuando llegamos, oh sorpresa, el pequeño aparcamiento está casi lleno de autocaravanas y algún turismo. Sitio popular, pese a ser un lugar escondido y ser además, un lunes.

A unos 50 o 100 metros  en una zona umbrosa del bosque, aparece una piedra que tiene sobre ella distintos objetos, flores, y en sus grietas cartas o notas. Es la tumba del mago Merlín. Hay gente para todo. Un cartel explica en francés e inglés que su amada el hada Viviana, trazo un circulo alrededor de él con su velo nueve veces para sumir a los dos en un sueño eterno.

Antes de que este lugar fuera parcialmente destruido en el siglo XIX, el monumento era una sepultura megalítica: una galería de 12 metros de longitud cubierta de esquisto rojo, que databa del Neolítico. Hoy sólo quedan dos piedras. Dos rocas, una contra la otra…

Y ahora ponemos rumbo a Vitre. Es la localidad que más nos desvía de nuestro camino, pero leo que es indispensable, así que nos dirigimos hasta allí aunque hay casi 80 kilómetros de distancia. Fougueres, otra visita imprescindible, también está cerca, pero en nuestro viaje a Normandia unos años atrás, ya la conocimos.  

Circulamos por carreteritas estrechas pero con buena visibilidad hasta encontrar otras de mayor envergadura e incluso autovías cerca de Reims.

Y seguimos buscando el adblue. En la gasolinera de un superU vemos una pegatina que anuncia que lo tienen. Cuando preguntamos a la cajera de la gasolinera nos dice que está dentro del hipermercado y lo buscamos, pero, está agotado y ni siquiera tienen en el almacén. Pensamos que habría en alguna gasolinera, como de hecho confirmamos, solo que lo venden en una garrafa de 15 litros. Pensamos equivocadamente que era muy grande, así que seguimos nuestro recorrido a ver si en nuestro camino aparecía o gasolinera o gran superficie.

Abandonamos la autovía para entrar en carreteras nacionales y dirigirnos hacia Vitre y ya cerca encontramos un Intermache y…suerte, por un poco más de 6 euros unos 5 litros de adblue, aunque tenemos que comprar también el embudo  para echar este líquido. Y por fin todos los chivatos se callan.

A las 13,30 estamos en Vitre, pero nos fallan los aparcamientos. No encontramos sitio en ninguno y a mi me dan terror estas ciudades medievales donde si me descuido me puedo encontrar en alguna callejuca estrecha y meternos en una ratonera, así que decidimos dirigirnos al camping municipal de St. Etienne, a unos 2 km de Vitre.

Y aquí estamos. Es un sitio tranquilo, limpio, con hierba y mucha vegetación, grandes parcelas separadas por setos y no ha llegado a 15 euros con electricidad. El único inconveniente: tiene un autobús gratuito a Vitre pero los horarios son muy escasos. De hecho, tenemos uno a las 15,30, pero empezamos a comer a eso de las 15 y el siguiente era a las 17,45. De regreso el último partía hacia el camping a las 19 horas. Si tomamos el de las 17,45 tendríamos tan solo una hora para visitar la ciudad. Así que comemos y decidimos ir andando, que serían unos 30 minutos en línea recta para regresar en el autobús. Pero a cambio nuestra amiga Tula se tiene que quedar. No sabemos si la dejaran en el autobús y quizás es mucha distancia para ella, convaleciente aun, aunque evoluciona muy bien.

Y quince minutos después de las 16 iniciamos nuestro camino para acabarlo en una media hora. Pero…tengo la “válvula” floja y aunque he vaciado la vejiga antes de salir, la necesidad me aprieta y me siento muy incómoda.

Y nos recibe esta ciudad milenaria a la que accedemos dejando a nuestra derecha  una iglesia edificada en piedra gris, de granito, gótica y que está cerrada para continuar por la calle hasta la plaza de Notre Dame donde se encuentra una iglesia del mismo nombre que entramos a visitar. Del siglo XIV es de estilo gótico flamígero y una vez más lo que más me atrae son sus vidrieras que llenan de luz y color su interior.

Allí pregunto por una toilet y me dicen que en plaza a “goche” y allí lo encuentro. ¡qué delicia  y qué descanso!.  Y me acuerdo de España, de que no hay nada y si la necesidad aprieta tiene mala solución,  y cualquiera al que le haya pasado esto,  sabe lo mal que se pasa.

Ahora ya tranquila y relajada comienzo a disfrutar de esta ciudad gótica, con sus casas de piedra y de entramado.

Avanzamos por la calle hasta la plaza del castillo jalonada de hermosas casonas y descubrimos una gran explanada con el castillo al fondo. 


Y de nuevo no deja de sorprenderme su grandeza, pero sin perder un ápice de elegancia. Es majestuoso, magnífico. Sus formas se dibujan en el cielo y parecen recortadas de un cuento. 

Disfrutamos de su vista para internarnos por la Rue Baudrairie con casonas de entramado para tomar después la Rue d’en Bas, quizás la más impresionante de todas con sencillas casas de entramado magníficas y hermosas que se yerguen a derecha e izquierda.

Esta ciudad desprende un encanto especial que nos invita a seguir callejeando así que descendemos hasta la Place de Saint Yves donde contemplamos admirados una de las vistas más hermosas de esta singular ciudad por la que el tiempo parece que no ha pasado.

En el mismo plano podemos contemplar la sencilla y elegante arquitectura civil con sus casas del siglo XV de entramado, piedra y pizarra y recortándose a un lado, su castillo, maravilloso representante de la arquitectura militar.

Intentamos localizar el autobús que nos llevaría de regreso, pero no lo conseguimos, así que ascendemos de nuevo esta calle para llegar a la Rue Poterie donde nos sorprende otro grupo de casas que se alzan sobre soportales sujetos por columnas de piedras. Un conjunto hermoso y peculiar.

Y nos dirigimos a la estación del tren donde encontramos nuestra parada, la línea A, pero todavía queda más de media hora para que llegue el autobús que nos recoja y que luego tarda unos 30 minutos en depositarnos en el camping, así que decidimos regresar caminando y en el tiempo que hubiéramos empleado esperando, llegamos a nuestro destino, donde nos recibe alegre nuestra amiga peluda. Hoy no ha paseado apenas, así que la sacamos a la zona deportiva anexa a este camping. 

Hay campo de futbol e hipódromo, además vemos un campo de tiro al arco. Suponemos que habrá más cosas. Son unas instalaciones viejas, pero  muy completas y cuidadas aunque  vemos muy poca gente practicando deporte que se mezclan con los que pasean sus   perros, como nosotros.

Tras una estupenda ducha en unos sanitarios en los que casi podíamos correr dentro, descansamos y tomo notas para el relato  y nos preparamos ya para nuestra cena. Hoy estamos cansados, no hemos parado ni después de comer y tenemos ya nuestros añitos. Ayer hablábamos de esto, de cómo cuando éramos más jóvenes adelgazábamos en estos viajes pero es que era levantarse a las 7 de la mañana y después de desmontar la tienda únicamente parábamos el tiempo justo para comer y continuar camino hasta las 18 horas porque después sabíamos que cerraban los camping. Eran de 10 a 11 horas intensivas, sin descanso, con muy pocas comodidades o ninguna. Nada comparado a como viajamos ahora y el estilo del viaje.



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